viernes, 20 de junio de 2014

Tal como eran

Fotografía tomada por Don Tomás Pizarro, en torno a 1984-85, la fecha aproximada la marca Ángela, nacida en 1982 y en la foto podría tener 2 o 3 añitos.

La foto de identidad propia, gran arraigo y fuertes vínculos de unión con la tierra natal, muestra una estampa generacional, no muy acorde con un tiempo en él que ya efervescian las nuevas tecnologías y por tanto nuevas formas y diferentes comportamientos oteaban el horizonte, por fortuna el paisaje aún no había cambiado y se mantenía con la misma sencillez y funcionalidad que había sido creado y los personas posan con naturalidad absoluta, sin tapujos  ni recelos, tal y como eran (hoy nadie se prestaría a fotografiarse así) laborioso, pacientes y generosos, valores de antaño en los que las tolerantes relaciones de convivencia, tenían cabida tanto de puertas a dentro como hacia afuera.
Una treintena más tarde, tanto el paisaje como las costumbres, hábitos comunes y personales han cambiado tanto que apenas si son reconocibles, las ahora inmaculada calles apenas si se usan, no tienen vida propia, todo parece de adorno, (de que sirve tener un elegante y cómodo sofá si no puedes disfrutarlo tumbándote en el) tan solo los indispensable, ruidosos y contaminantes, nuevos cocos (niño no salgas a la calle que te puede pillar un coche) moran en ellas, hoy nada se tolera o comparte, cada cual vive dentro de su casa, del vecino nada se sabe, la frialdad y el alejamiento reinan e imperan por todas partes, es impensable ver un corro de mujeres zurciendo sentadas en torno a las puertas o que los niños tomen las calles, que tiren tiesos en las casas o hagan una inmensa hoguera con ramas de olivo en el alto de la Iglesia, nadie soportaría el enorme griterío de sus juegos colectivos, ni que tiraran piedras y palos a tejados y puertas, ni ver en sus jalbegadas fachadas estampado grandes pegotes de barro, ni tantos y tantos atropellos infantiles tan comunes en otros no muy lejanos tiempos, en los que sin más se podía mandar a alguien a buscar moitos con un costal o a por el molde de los buñuelos.

Poco o nada queda de aquel arraigo, salvo algunos desmotivados vínculos y la fotografía que seguirá viva, dando testimonio a quienes ya no están con nosotros (la mitad ya han fallecido) con su marcha se perdió una forma de vida, ellos eran de escasas pertenencias, de manos abierta y dispuestas, de sus bolsillos o faldriqueras, (faltriqueras) salían pequeños tesoros que hoy con la abundancia nadie sabría apreciar, (si ante ti, alguien metía la mano en su bolsillo o faldriquera, estabas de suerte, siempre te caía algo) nosotros quienes cometíamos los citados atropellos y recibíamos los pequeños tesoros, en conjunto estamos llenos de puertas adentro y vacíos hacia fuera, no nos apoyamos ni nos fiamos de nadie, somos indiferentes a los problemas ajenos, intolerantes, egoístas e insolidarios, más dispuestos a cerrar el puño que a extender la mano.
Fotos de Don Tomás Pizarro Jimenez y Julián Gil Nevado

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