martes, 5 de junio de 2012

Laconimurgo en los falsos cronicones

Los falsos cronicones florecen a finales del siglo XVI, periodo en el que la España conquistadora de medio mundo comienza a languidecer y se sumerge en una profunda postración, la pérdida de los valores expansionistas terrenales que sostenían moralmente al pueblo es compensada con el fervor patrio-religioso, por doquier surgen Iglesias, Conventos, Mártires, Profecías y Reliquias entroncadas con los tiempos bíblicos, se busca con ahínco la supremacía de las Iglesias hasta convertirlas en apostólicas y nadie se opone al glorioso pasado que brindan los cronicones.
El Laconimurgo que muestran los cronicones, nada tienen que ver con las cognominaciones paralelas de la bética, ni otras posibles atribuciones sobre el asentamiento de dicho poblado, estos sin posibilidad de error lo muestran con claridad a la sombra de poblaciones de mayor renombre como Cáparra, Arcóbrica o Ambracia, el mero hecho de que aparezca en los falsos cronicones no resta credibilidad alguna al topónimo en sí, (los topónimos no forman parte del piadoso dolo, son meros conductores que lo facilitan) este ya existía siglos antes de que se les atribuyeran  hechos de difícil o inverosímil probatura.

Los autores o seudo autores trataban de dar credibilidad a sus patrañas partiendo de fuentes antiguas capaces de soportar el peso que se pretendía imputar, para ello recurrieron a los topónimos citados por los clásicos.

Llevar a cabo semejante plan requería bien por parte del seudo autor o de sus fautores, un extenso dominio de toponimia he historiografía, ya que para hacerlo más verosímil, en el lugar citado debía existir algún testimonio que razonablemente se aproximase a los términos que se le atribuían, si bien en algunos casos los topónimos se veían reducidos a elementos puramente accidentales. (No es el caso de Laconimurgo, como ya se ha dicho era citado junto a otros de mayor renombre.)
Otro tanto ocurre con la martirologia, esta se muestra generosa otorgando mártires y sede episcopal.

De Laconimurgo conocemos que fue destruido en el siglo V y que posteriormente en un tiempo indeterminado se levantó sobre él, la aldea de Trasgas, que esta poseía Iglesia y como tal es mencionada en las bulas pontificias de Lucio y Urbano, ambos III de sus respectivos nombres y que fue despoblada como aldea en 1188.

El verdadero Dextro vivió en el siglo IV, un siglo antes de la destrucción de Laconimurgo, lo cual hace compatible la ubicación y cuanto razonablemente le pudiera asignar, el problema surge con las imputaciones que le achacan los seudo cronicones atribuidos al Jesuita Román de la Higuera.
Si tal como se recoge en los prestigiosos estudios críticos sobre los falsos cronicones, de la Higuera anhelaba la hegemonía y primacía de la Iglesia Toledana, y a su vez dotaba a cada pueblo de un mártir lo más cercano posible a los tiempos apostólicos, Laconimurgo no le aportaba ni restaba méritos y si el verdadero cronicón llevaba siglos desaparecido.
¿Qué pudo inducir a Román de la Higuera a la reiteración de atribuciones hacia el viejo topónimo Laconimurgo?

Por mucho que busquemos la repuesta no se halla impresa, y quizás nadie muestre el más mínimo interés por ella.

Tras revisar y leer una larga lista de libros, revistas, y artículos, tanto críticos como favorables a la espúrea “Crónica Omnímoda Historia” de De la Higuera, no se han encontrado lazos o vínculos entre este y Laconimurgo.
La conjetura más verosímil que puede hacerse sobre la mencionada pregunta, es la de que algún fautor, de la maraña del entramado de Román de la Higuera, procediera de su entorno y lo conociera.

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