Cuando ya se habían apagado los ecos de la aparición de la
Bautiná y parecía que todo quedaba en vía muerta, surgió con fuerza una voz convencida
de llegar hasta el final que reavivó la búsqueda, juntos realizamos
planteamientos que al final llegaron a buen puerto, partimos de la base que hoy
día se puede contactar con cualquier autor, pero el autor del libro (lló) en el que fue hallada la referencia de Bautiná ya había
fallecido y se opto por ojear el libro en una biblioteca, no hubo suerte, en
dicho libro tan solo aparecía lo que ya conocíamos y varias menciones a García
Matos, también se ojeo el Cancionero Extremeño de Bonifacio Gil, con el mismo
resultado, en un nuevo planteamiento llegamos a la conclusión de que sí
Crivillé i Bargalló, tras describir lo que es una Alborada, menciona que en
Villa del Campo Cáceres, llaman Bautiná a la Alborada al Cristo de los
Desamparados, es porque lo ha visto reflejado en otra parte, (Crivillé fue un
gran musicólogo pero muy alejado de Extremadura y del Campo) con este
convincente planteamiento, se retomo la búsqueda y esta ved si hubo suerte. (No
hacen falta muchos esfuerzos para suponer la cara de satisfacción de nuestro
convencido investigador al ver allí reflejada la Bautiná).
Como alborada al Cristo de los Desamparados, aparece la
partitura y letra de la Bautiná en las paginas 118 y 284 respectivamente del
Cancionero Popular de la Provincia de Cáceres, (Lírica popular de la Alta
Extremadura) dicho Cancionero fue recogido antes y después de la contienda
Española y publicado en 1944 por Manuel García Matos, (la parte que hace
referencias a Villa del Campo, fue recogida en los primeros años de la década
de 1940).
Emblemática, misteriosa, simbólica, relevante, quizás
ninguna de estas palabras defina el titulo de Bautiná, o tal ved tenga un poco
de cada una de ellas.
Armónicamente, al igual que otras canciones de tradición
local, en su contexto melódico, la Bautiná contiene más semejanzas al sistema
oriental, que a las gamas de tonalidad menor, usadas en occidente y más propias
de estas tierras.
Poéticamente es octosílabo con rima asonante en los
versos pares, de tres estrofas en sextetos, las dos primeras se fundamentan en simbologías
y la tercera en hecho real.
La primera hace alusión a las Golondrinas que son guiadas
con los rayos del sol anunciando las bondades de Cristo, (Además del simbolismo
y sentimiento alegórico de los pueblos, las golondrinas forman parte del
lirismo poético y tanto en la iconografía como en la literatura, fácilmente
pueden verse golondrinas arrancando espinas, aliviando el dolor de Cristo).
La segunda a los lirios, “Cristo de Desamparados hermoso y
divino lirio”, el aspecto sereno y puro del lirio puede verse en infinidad de
representaciones de Jesús) símbolos de pureza y mencionados como ejemplo en el
Evangelio, “Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos”.
Y la tercera en la promesa hecha por el Mayordomo.
Con intención o sin ella, dentro del contenido de los versos,
pueden verse datos que describen el desarrollo de la Alborada, ya de entrada,
antes de empezar a cantar, sitúa las voces cantoras en la propia ermita, donde
probablemente hayan pasado la noche, Mayordomo y acompañamiento, y con los
primeros rayos del sol, las golondrinas representadas en las voces femeninas
que entonaran la Alborada, salen del Templo a cantarla.
Generalmente, las Alboradas eran cantadas por mujeres
entorno al Santo en la procesión del amanecer, (El Cristo de los desamparados
ha procesionado muy pocas veces, y parece obvio que no había procesión, si no
canto de Alborada).
La segunda estrofa nos sitúa en plena acción de la Alborada, el Hermoso y Divino Lirio padeció martirios y fue crucificado por la redención de todos, y allí están una vez más las piadosas mujeres entonando sus alabanzas.
La Tercera muestra a las mujeres de regreso al Templo del
Cristo, tras cumplir la promesa hecha por el Mayordomo, expresamente indican al
Mayordomo, que vienen de cumplirle la promesa que el había ofrecido, por lo que
puede entenderse que el mayordomo se quedaba en la ermita y no participaba de
la Alborada.