El Pantalón
Bombacho en las Expediciones de la Hispanic Society Of América de la alta
Extremadura
Dentro del incomparable
marco, que rodea la Indumentaria Tradicional Extremeña, copada ahora por un
definido patrón, que escasamente, deja entrever, más allá de su majestuosa
riqueza, hay otros atuendos que brillan con luz propia, tal es el caso del
atavío de Cabezavellosa, que tanto individual, como en su conjunto, merecen un
destacado lugar en el ámbito regional. Así debió entenderlo Ruth Matilda Anderson,
cuando en 1949 junto a Francis Spaldin y Manuel, aflamencado pacense, conductor
del viejo Buick de 1928, que alquilaron para desplazarse en aquel viaje,
decidió ascender a aquel remoto lugar, con la sana intención de encontrar los
modelos que posaron para García Matos en la “Lírica Popular de la Alta
Extremadura”. Con el citado libro en la mano a modo de credencial se
presentaron en el Ayuntamiento de Cabezavellosa, donde tras las presentaciones
de la sorprendente y asombrosa visita, fueron atendidos por el alcalde y
Secretario, tras examinar escrupulosamente el libro, no fueron capaces de
determinar que paisanos aparecían en la ilustración, dando a entender que
podían ser forasteros, eso sí, aseguraron que los trajes se encontraban en
muchas arcas de Cabezavellosa y que podían ser sacados a la luz.
Pareja con el vestido de gala de Cabezavellosa, tal y como apareció en la Lírica Popular de la Alta Extremadura, de García Matos |
Obviamente
el siguiente paso era encontrar a alguien que pudiese reunir las prendas y
buscar modelos que las lucieran, algo que siempre recaía en alguna mujer de
cierta edad, y como era habitual quienes colaboraban recibían una cierta
remuneración. Para tal fin el Alcalde mandó llamar a una mujer, que tras
observar la ilustración indicó que el traje del hombre podría ser el de su
hijo, al instante se le saltaron las lágrimas y
se negó a ofrecerlo ya que su hijo había muerto hacía sólo un año y
medio y no podía consentir que nadie las luciera estando el muerto. El alcalde
insistió en la seriedad del propósito y que él sería responsable de la dignidad
de la ropa, poniéndosela él mismo. La mujer accedió a prestarlo y se encargó de
encontrar trajes femeninos. Rápidamente fue apareciendo la ropa y modelos que
la lucirían. Tras describir las inacabables bondades del atuendo femenino entre
el que se encontraban unos peculiares manteos que calificó como los únicos que habían
visto en Extremadura.
“En la falda de Lucía (Fig.71) y en la
de Victoria, vimos nuestros primeros, y de hecho únicos, ejemplos en
Extremadura del manteo, que,
además de ser cortado en círculo, tiene la peculiaridad de estar acabado sin
costura posterior, los bordes traseros lapeados para su cierre. Llamado mantelo en Galicia, la falda existe
también en las regiones de León y Castilla la Vieja. El de Lucía, que según
ella era tan antiguo como su mantón, estaba hecho de tela roja, con un acabado
plano y liso en la cintura y adornado con un borde aplicado de tela negra
cortada en un diseño de claveles de tallo rígido y margaritas que brotaban de
un tallo en zigzag. La parte trasera izquierda que se superponía a la derecha
mostraba el motivo principal, un jarrón de dos asas del que salían una
margarita y dos claveles. Cerca de cada uno de estos últimos flotaba un pájaro,
un motivo muy apreciado en la costura segoviana y salmantina. Sobre el
dobladillo, cortado en pequeñas vieiras y atado con seda azul, pasaba una cinta
de terciopelo negro bordeada en cada borde con una cremallera de seda amarilla;
la falda estaba recubierta de calicó negro con figuras verdes y amarillas. La
forma de esta falda parece haber sido prestada de la provincia de Salamanca,
hasta el borde festoneado que, sin embargo, se utiliza también en Ávila y
Zamora”.
Manteo de Cabezavellosa (Cáceres)
Matilda
Anderson prosigue en su “Spanish Costume Extremadura” describiendo y alabando
las excepcionales prendas masculinas del citado atuendo de Cabezavellosa,
indicando que los pantalones de paño negro se conocían como pantalones anchos (pantalón
bombacho) debido a que sus puños de rodilla, estaban elaborados en forma de
campana, y que al igual que el calzón y la calzona, estos
calzones se hacían con un frente de caída abrochado en el medio, sobre el botón
de la cintura inferior y que ciertos detalles, podían haber sido adaptaciones
castellano-leonesas, a su ved el párroco, un experto en indumentaria, les había
indicado que el traje había sido característicos también, de Jarilla y Oliva,
ambos cerca de la carretera de Salamanca.
Tras la larga
exposición, Matilda Anderson indica en su libro, que el siguiente mejor
ejemplo, del pantalón bombacho de
tamaño natural, de hecho el único que había localizado en Extremadura, salió a
la luz en Pozuelo.
(Indicar que Matilda visita Cabezavellosa en 1949, mientras que
el pantalón de Pozuelo lo había localizado 31 años atrás, en su viaje de 1928).
Al igual que el
manteo, cuesta pensar que una prenda de las características del pantalón bombacho, frecuente en el
entorno de Pozuelo, en el que fue hallada, pasara tan desapercibida, quizás la
Hispanic Society Of América, no calculo bien el espacio a rastrear o algo falló
en su metódico sistema, que dejó sin cubrir una amplia zona fronteriza con
Salamanca, donde la influencia charra amplió y enriqueció su tradicional
indumentaria.
Vista parcial del pantalón
bombacho de Villa del Campo, (Cáceres)
|
El porqué, Ruth Matilda llego hasta Pozuelo y no pasó de el, es algo que hoy por hoy desconocemos, lo cierto es que antes de iniciar los viajes, se planificaban meticulosamente, buscando fiestas y tradiciones locales, que en ocasiones conllevaba visitar un pueblo en más de una ocasión, primordialmente la Hispanic Society Of América, quería construir una crónica visual de España y para ello contrato a grandes fotógrafos, como es de suponer estos no fotografiaron grandes edificios, sino la naturalidad de un mundo tan distante, oficios tradicionales, costumbres, pequeños detalles de la vida cotidiana, que sin remedio se estaban perdiendo, acarrear agua, hacer pan, exprimir las uvas para sacar vino, elaborar aceite, curar jamones, cuidar ovejas y cerdos, la cocción de cerámica, la forja de objetos de metal, elaborar utensilios con metodología tradicional, moradas de artesanos, de familias acomodadas, de labradores, solteras, o pobres de solemnidad, todo ello sin salir de su entorno natural, donde los personajes se desenvolvían con absoluta normalidad. Las fotografías suelen agilizar la memoria, y en general sus fotografías, ofrecen un registro enigmático y sugerente con imágenes de gran viveza, algo así como acariciar lo más profundo de sus sentimientos.
La
expedición de 1927-28 comenzó en Galicia, Ruth Matilda Anderson llego a Galicia
el 29 de Diciembre de 1929, aunque no se le conoce actividad hasta el 7 de
Enero de 1928, que se encontraba en Vigo, de Vigo pasó a León recorriendo
varias localidades de esta provincia, así como otras de Zamora y Salamanca, el
20 de Enero llego a la comarca de las Batuecas, hospedándose en una posada del
arruinado monasterio de las Batuecas regentada por un antiguo ex-monje de dicho
monasterio, desde allí se acercó a las Mestas, y volvió a Salamanca visitando
la Alberca y Puerto de Bejar, el 24 de Enero llegó a Baños de Montemayor,
Aldeanueva del Camino y Plasencia, donde estableció su cuartel general de la alta
Extremadura. La expedición por tierras Extremeñas, fue bautizada por Frances
Spaldin, como “Expedición Etnográfica a Extremadura”, E.E.E.
Desde
Plasencia hicieron varias incursiones por los pueblos de la comarca, la primera
a Malpartida, como ya se ha dicho, adaptándose a los calendarios festivos, a
fin de cubrir el mayor número de eventos posibles, así ante la proximidad de la
Candelaria, (muy celebrada en aquella época) el 1 de Febrero se dirigen a
Montehermoso, el trayecto lo realizan en coche, (un Ford que bien pudo ser el
mismo que años atrás utilizaron para andar por Galicia, al que bautizaron como
“Nuestra Señora” ya que dicho coche aparece en algunas fotografías con la misma
caja de madera adaptada a el, en la que guardaban el material y que fue diseñada
por Frances Spaldin y en comentarios sobre las Hurdes, da a entender que el
coche se quedó en Palomero) por carreteras en construcción que no contaban con
puentes, el Jerte lo cruzaron en una barca de cable, no es que hubiera muchos
coches en el contorno, pero aquella barca estaba adaptada a ellos, a pesar de
la fecha no debía de llevar mucho agua, ya que en las notas de las fotografías
que realizó, en una describe a mujeres vadeando el río, y en otra indica que
los pueblos de la otra orillas de los ríos Jerte y Alagón, quedan incomunicados
con Plasencia cuando llueve durante largo tiempo. No hay puentes, la corriente
se hace demasiado profunda y rápida para los caballos, y los hombres no se
atreven a intentar el paso en barca.
Salvado
el Jerte, aun les quedaba un gran escollo que salvar, el Alagón, las
características de la barca de Montehermoso para cruzar el Alagón, no se
adaptaba a trasbordar el automóvil y lo dejaron en Carcaboso, allí alquilaron caballerías
y prosiguieron sobre ellas, cruzaron el Alagón en la barca de Montehermoso
ubicada en el paraje conocido como vado del Galapagar y continuaron hasta
Montehermoso, como solía ser habitual, se informaba de pequeños detalles y en
esta ocasión especifica que la barca la mantenía el pueblo, cuyos vecinos
podían hacer uso de ella sin pagar, el resto abonaba un real por cabeza, a
pesar de que Matilda y su compañera tuvieron que cruzar varias veces el río por
esta barca, en los textos, no se vuelve ha hacer mención de ella, y es más que
probable que en el segundo viaje a Montehermoso en 1949 también cruzaran el río
en barca, aunque en este viaje traían coche y conductor alquilado y el ya
mencionado Manuel conductor del viejo Buick, aparece en un suceso acaecido en la cafetería de
Eulogio Iglesias, (en la zona conocido
como Campana) en el que un pícaro abuelete se propaso con la propina
asignada, tras posar con su indumentaria, y Manuel se lo reprobó, también un
maestro escuela hace mención al puente en conversación con Matilda.
“El maestro de escuela dijo que después de que se haya puesto un puente sobre
el Alagón, a pesar de sus raíces aparentemente profundas, muchas de las
antiguas costumbres de Montehermoso, serán erradicadas de manera permanente”.
Algo que afortunadamente no ha sucedido.
Este
primer viaje a Montehermoso fue muy breve, tan solo pretendía cubrir la
festividad de la Candelaria, el día 3 de Febrero partieron hacia Malpartida de
Plasencia donde ya habían estado el 30 de Enero, y aquí surge la gran pregunta,
¿Por qué se va Matilda de Montehermoso el día de San Blas? La respuesta más
fácil y común es que ese año no hubo Negritos, y a su ved esta respuesta, abre
un abanico de preguntas de difícil contestación. El hecho de que ese año no
hubiera Negritos, no parece suficiente motivo para que Matilda no anotase nada
de tan populosa celebración, en otras ocasiones como Arroyo de la Luz, se
intereso por la vestimenta de la antigua tradición
Arroyana de la víspera del solsticio de verano, la noche de San Juan Bautista,
incluso fue uno de los motivos que las llevó a Arroyo de la Luz.
Tras
varios días por Plasencia y la comarca de la vera, Tejeda, Torremenga, Jaraiz
de la Vera, Cuacos, Yuste, Aldeanueva de la Vera, Jarandilla, vuelta a
Plasencia, Coto de Navafebrera, Valdastillas, Casar de Palomero, Aceña, Camino
Morisco, Pinofranqueado, El Robledo, Horcajo, El Gasco, Fragosa, Nuñomoral, El
Cerezal, El Asegur, Las Eras, Casares, Carabusino, Riomalo de Arriba, Las
Mestas, Vegas de Coria, Cambroncito, y vuelta al Casar de Palomero. Desde Casar
de Palomero, donde llegaron la víspera
del Carnaval, el sábado 18 de Febrero, emprenden nueva ruta el lunes 20, y tras
pasar por el Cerezo, y El Bronco, llegan a Montehermoso ese mismo lunes de
Carnaval, es de suponer que al dejar atrás el Cerezo y llegar al Bronco no
volvieron a Plasencia, tal vez desde el Bronco, continuarían hacia Santa Cruz
de Paniagua y por Pozuelo llegarían a Montehermoso, esto explicaría su
presencia en el Pozuelo cinco días más tarde, el itinerario de esta expedición
esta basado en las fotografías que Matilda fue numerando y solo aparecen las
poblaciones en las que se hicieron dichas fotos, ese día, quizás por las prisas
de llegar al Carnaval montehermoseño, tan solo se informaran de la indumentaria
de Pozuelo y regresaron finalizado el trabajo montehermoseño, que como es bien
sabido, desde la creación del cuadro el Mercado, para la Hispanic
Society Of América, (representación de Extremadura según Sorrolla, en su
serie de Las Provincias de España), Montehermoso
era destino indispensable, en uno de los muchos informes a sus superiores,
Matilda indica que llegaron a tiempo para el Carnaval montehermoseño y aunque
no lo especifica llegó muy por los pelos, como mucho estaría día y medio de los
tres de Carnaval y a pesar de que hizo casi cien fotografías, no debió de quedar muy
convencida y treinta y un año más tarde en 1949, regresó para fotografiarlo, no
tuvo suerte con el Carnaval del 49, ya que al llegar al pueblo se entero de que
se había celebrado una semana antes, burlando de ese modo la prohibición del
Gobernador, que unos días antes de dicha celebración solía publicar un bando
con las condiciones y prohibiciones de dicha festividad, lo cual no fue
impedimento para tomar nuevas fotos y describir el nuevo Montehermoso,
alabándolo porque a pesar de que en el pueblo ya se habían incorporado algunos
elementos modernos no habían afectado mucho el espíritu de sus habitantes.
Sobre Montehermoso, Matilda llegó a escribir, que los sellos, postales,
periódicos y tomates enlatados estaban disponibles en el pueblo, y que las
luces eléctricas, ardían débilmente por las tardes, y sin embargo, estos
refinamientos modernos, no habían producido ningún notable cambio espiritual en
los modos de los montehermoseños. Y añadía que eran una rica fuente de material
etnográfico. Matilda siempre admiró mucho a Montehermoso y sus gentes, les tenía
un cariño especial, (no hay que olvidar que
su mesa de trabajo en Nueva York, estaba justo en frente del cuadro El Mercado
y a diario veía a las montehermoseñas con su gorra plagada de vivos colores).
El
sábado 25 de Febrero de 1928 llegaron a Pozuelo de Zarzón, Matilda lo describe
como “una llanura tachonada de granito al oeste del Alagón. Las lluvias
primaverales estaban cayendo y el cielo estaba pesado sobre la población. A
través de calles empedradas, tapiadas con casas de mampostería o tapia y llenas
de charcos, jóvenes con blusas de algodón y pantalones de pana desfilaban y
cantaban en una ruidosa celebración de su inminente entrada en el ejército.
También salían muchachas con flores en el pelo, con brillantes chales estampados
y delantales pálidos, estos grupos se
las ingeniaban para reunirse de vez en cuando”.
Evidentemente
se refiere a las celebraciones de quintos que al menos entre año nuevo y el
carnaval se celebraban en todas las poblaciones, en este caso ya era cuaresma y
por lo general en cuaresma estas celebraciones dejaban de hacerse, si bien es
cierto que había una excepción y Matilda llegó dentro de ella, la excepción era
el Domingo de Piñata y como dice el refrán, “Hasta el domingo de piñata,
antruejos no faltan”. (Las palabras antruejos, entruejos y carnestolendas
sirvieron hasta los principios de siglo para designar en la provincia de
Cáceres al período festivo que preludia la llegada de la cuaresma). Razón por
la que perfectamente Matilda pudo contemplar tal celebración.
En
cuanto al Pantalón Bombacho lo describe así:
El
siguiente mejor ejemplo, del pantalón
bombacho de tamaño natural, de hecho el único que localizamos en
Extremadura, salió a la luz en Pozuelo.
(Lo de tamaño natural, viene dado porque
en Montehermoso encontró uno infantil que documenta de la siguiente manera:
“Manuel viste camisa blanca y chaleco de paño fino negro con picos de
terciopelo rojo bordados en colores. Los bombachos, de paño fino negro, llevan
vueltas de satén azul labrado con dibujos de seda negra. Los lazos de los
tirantes son azules y rojos. Los
bombachos están hechos con una delantera que se abrocha en el centro con un
solo botón. Esta delantera se sujeta además con una cinta roja, azul y
amarilla, que se anuda en un ojal al lado izquierdo, se pasa por detrás y se
ata con una lazada larga en el lado derecho”).
En este caso Matilda no acudió a autoridades,
fue la posadera quien se encargo de buscar las prendas que necesitaba.
Pantalón
bombacho de Pozuelo de Zarzón, (Cáceres)
“La mujer encargada de la posada, comprensiva con nuestros propósitos, fue en busca de los trajes masculinos tradicionales y volvió con dos pares del pantalón bombacho de tela negra, uno con los puños de sarga y terciopelo negro (Fig. 83), uno con los puños de sarga solamente. En ambos pares, los puños estaban forrados con franela de color rojo brillante y estaban recortados a lo largo de la parte delantera de la abertura con una cinta en forma de banda en uno de los lados hasta un borde del patrón de cuentas y carretes anulados en la espalda del chaleco Cabezavellosa. La costura siguió los patrones que habíamos visto antes y añadió otro de semicírculos invertidos con los puntos de una línea encajados en las curvas de la otra.
Para
los componentes de los calzones tenemos los nombres de una dama nacida en 1863.
Las dos secciones de la cintura las llamó petrinas
(por pretinas); la parte delantera de la caída las llamó delantera, los
puños de las rodillas, vueltas. En
las esquinas de la delantera, se trabajaban los ojales para pasar una faja de
cinta a rayas (ciñera) de lana (estambre), que atravesaba la faja por
detrás y colgaba en bucles a cada lado. La mujer de la posada comentó que siempre había visto a los hombres de
esta zona vestidos con el pantalón bombacho. Los pueblos que nombró fueron
Santa Cruz de Paniagua, Aceituna y Guijito, vecinos de Montehermoso, donde los
niños pequeños todavía usan esos pantalones en las fiestas”.
“No
observamos ningún medio de cerrar el puño de la rodilla como lo requiere una
definición enciclopédica del pantalón
bombacho, "pantalón ancho del cual las piernas terminan en forma de
campana, abierta por el lado y provista de botones y lazos para cerrarla".
En los calzones leoneses fotografiados en 1878, se cumple esta definición, ya
que la campana o el puño están provistos de botones. Se sujeta muy por debajo
de la rodilla y cuelga recto casi hasta el tobillo, mientras que en el estilo
extremeño, más dramático, la pierna se ajusta con fuerza y el puño se despliega
inmediatamente por debajo de la rodilla.
El
paralelismo más cercano que hemos encontrado con este último estilo es un par
de Pradena, provincia de Segovia, expuesto en el Museo del Pueblo Español. De
tela marrón-negra, los calzones de Pradena están recubiertos en el centro de la
espalda y el frente con franela negra y anillados en el frente, la parte
superior y los lados de la caída, con tres bordes aplicados de cuero marrón
cortado con bordes lobulados o festoneados, de los cuales los bordes aplicados
de marrón en el ejemplo de Cabezavellosa pueden haber sido una adaptación. Los
puños acampanados, de unos 15cm . de profundidad, están adornados con bandas
festoneadas de cuero. Pradena está cerca de Sepúlveda, que está en una
carretera principal de Soria a Plasencia, lo que sugiere una asociación con el
flujo de pastores emigrantes.
Para
el modelo (Fig. 83) del pantalón bombacho
que pacientemente mantenía en pie, la mujer de la pasada sólo traía una camisa
ordinaria de percal a rayas, el chaleco era de raso negro o satén abotonado con
filigrana de plata y adornado en cada solapa con un borde de terciopelo azul y
otro botón. Sobre su cuello había un
pañuelo de damasco de seda.
Sombrero Calañes y faja
El sombrero se mantenía en la cabeza con una cinta ancha y negra cosida en la entrada de la cabeza, unida a la nuca, y se dejaba caer en un lazo hasta la mitad de la cintura”.La faja (Fig. 84) era extraordinariamente rica. De merino negro, con flecos en los extremos, estaba bordado con sedas de colores en un diseño de pavo real en el centro, y para el resto en rosas, violetas y claveles. Como en la faja de Cabezavellosa bordada, la técnica era la de puntadas largas y planas, sin acolchar, cada pétalo y hoja enmarcada con un contorno de que también hizo los tallos y dio las puntadas más largas, formando una costilla en el medio. Las puntadas así cosidas se usaban para bordar coberturas españolas del siglo XVIII, de las que la Sociedad Hispánica posee varios ejemplos, uno (H1068) que muestra un diseño de árbol de tipo indio oriental. El sombrero, un sombrero calañes (Fig. 85), era de un tamaño imponente y en el ala se vuelve profunda y firme, el terciopelo lustroso, y dos grandes pompones de seda que quedan para adornar el borde del ala y la parte superior de la corona. El cordón de seda negra delineaba el borde superior del terciopelo que cubría la corona y ambos bordes de la banda del ala, en la que hacía un diseño de hojas compuestas debajo del pompón.
A
la hora de mencionar los pueblos, en los que era común, el huso del pantalón bombacho, la posadera de
Pozuelo, cita a Santa Cruz de Paniagua, Aceituna y Guijo de Galisteo (Guijito) que junto con Monterhermoso
donde se encontró uno infantil, (prueba
de que dicho pantalón convivió con la indumentaria tradicional) y el propio
Pozuelo vendría a ser la zona en la que era habitual, siempre según esta
posadera, lo cierto es que a un escaso kilómetro de allí, también se utilizaba.
¿Por qué la posadera de Pozuelo obvio que en Villa del Campo también era usual
el pantalón bombacho?
Villa del Campo (Carnaval) Pantalón bombacho
No solo se usaba si no que se sigue usando. Pantalón
bombacho de Villa del Campo (Cáceres)
Tan
solo se me ocurre una cosa, la hasta no hace mucho sempiterna rivalidad
vecinal, que incompresiblemente trataba de restar méritos a su rival, en el
Campo había y sigue habiendo pantalones
bombachos, y no solo pantalones, también hay ricos manteos que tanto
escasean en la SPANISH COSTUMER EXTREMADURA, unos pasos más allá de Pozuelo y
Matilda hubiera encontrado gran material en ambos temas, lo cual nos viene a
indicar, que el hecho de que en un trabajo de campo, por muy bien hecho que
esté, no aparezca o salga a la luz una determinada prenda, o cualquier otro
tema, no significa que no exista o haya existido, tal ved no se llamó a la
adecuada puerta.
Tras
la visita a Pozuelo, Matilda partió hacia Cáceres, y es muy raro que no mencionase
a Coria, ya que siguiendo el camino más lógico hubo de toparse
con ella.
Como puede demostrarse en las siguientes
fotografías, el pantalón bombacho convivió y convive con los clásicos. Y no
solo el Pantalón, Villa del Campo cuenta con una amplia gama, de prendas antiquísimas
que por falta de iniciativas han dejado de ver la luz.
Ofertorio 2016, Villa del Campo, (Cáceres). |
Belén viviente, Navidad 1967-68 |
Diferentes estilos en plena
convivencia, a la izquierda el pantalón bombacho. Villa del Campo, (Cáceres)
|
Trajes típicos de Villa del Campo, Ofertorios.
|
Manteo en fase de elaboración, autora María Miguel
Fuentes Villa del Campo, (Cáceres)
|
Manteo Antiguo, María Felipe, Villa del Campo,(Cáceres) |
Indumentaria masculina Villa del Campo, (Cáceres) |
fragmento de faja, obra de María Miguel Fuentes, Villa del Campo, (Cáceres). |
Pañuelo, Isabel Gordo, Villa del Campo,(Cáceres) |
Indumentaria del Campo. Cedida por Gema Torres. |
Jubón y saya, Olga Gutiérrez.
|
Chaleco y chaqueta, Montaña Alonso. |
Jubón, Maria Felipe. |
Pañuelo, Montaña Alonso. |
Chaleco, doble vista. Anónimo. Villa del Campo, (Cáceres).
|
Chaleco doble vista, anónimo, Villa del Campo (Cáceres) |
Jubón con pasamanería, doble vista. Anónimo. Villa del Campo (Cáceres)
|
Manteo de Olga Gutiérrez, Villa del Campo, (Cáceres)
|
Tras
este viaje a Extremadura que acabó el 17 de Abril, básicamente se acabaron los
que podrían ser denominados viajes románticos, la depresión del 29 en Estados
Unidos, la guerra civil Española y la guerra mundial, dificultaron mucho este
tipo de Expediciones, Matilda volvió en 1949, pero ya no era lo mismo, en esta
ultima expedición del 49 principalmente buscaba lo que le faltaba para su gran
obra "Traje español":
Extremadura: Es cierto que Matilda ni promovió los intereses políticos o
turísticos de España, ni documento la guerra, o el latente analfabetismo en
Extremadura, (en la comarca de la vera,
ella y Spaldin fueron requeridas por la guardia civil para que le firmaran el
parte o confirmación de su presencia en la zona, ese día no encontraron a nadie
más que supiera escribir) pero no es menos cierto, que en el 49 se alineo
con la Sección Femenina, y la Sección Femenina, fue la que fue, en todo lo
relacionado con la indumentaria.
Las fotografías aquí mostrada,
además de que casi todas han sido tomadas en la vía publica y actos tradicionales,
sin que se haya mostrado oposición a ello, tan solo tiene la intención de
acompañar y dar veracidad a los textos y
llevan años colgadas en redes sociales, aun así si alguien se sintiese incomodo
con el trabajo que representan, serian retiradas.
E. Moreno
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