Oleo las llaves de la Iglesia, obra de Belén Corchero |
Como en tantas y tantas otras ocasiones, la inspiración de un artista puede surgir cuando menos se espera, a nadie le había llamado la atención que unas llaves pendieran de una cerradura, claro está que no eran unas llaves cualquiera, ni una cerradura más, ni una simple puerta, las citadas llaves, colgaba de la cerradura de la puerta de la Iglesia de Villa del Campo, Domínguez Penis, debió verlo muy claro y no dudó en fotografiarlas, él resto lo puso el delicado y fino pincel de Belén Cochero creando una obra de arte que a todos nos llena de recuerdos.
Gracias Belén y Francisco por tan magna y digna obra. La gente enseguida se acomoda a que se lo den todo hecho y no valora la dedicación y el esfuerzo.
Datos de la puerta y llaves
Simbólicamente, en el seno de la Iglesia, las llaves abren algo más que una simple puerta, las que nos ocupan se asemejan a las atribuidas a Pedro y llevan 164 años abriendo a los Campusos el acaso a su Iglesia.
La función de las llaves pendientes de una desgastada cadena, cumplían una particular función que el párroco que más tiempo ha permanecido en la parroquia dominaba a la perfección, Don Felicísimo solía escoger como monaguillo a niños que vivían en el trayecto de su casa a la Iglesia, de este modo y con gran maestría, al pasar por adelante de la puerta del monaguillo o monaguillos, de manera discreta hacia soñar las llaves indicando con ello que estos debían levantarse a tocar las campañas.
Tanto la puerta, llaves y cerradura, prestan su servicio desde el año 1850, año que coincide con la llegada a la parroquia del Licenciado Claudio Martín Gómez como párroco y los coadjutores, Basilio Santos, José Hernández, Gregorio Pérez, Fernando Rebollo y Manuel Mena que asistían las diferentes Iglesias pertenecientes al priorato.
Amén de su robustez en la puerta destaca la hermosa cerradura en forma de rumbo, adornado con diferentes figuras, simulado una cúpula o corona en la cima y que según Don Tomás Pizarro Jiménez, tan sólo valió unos reales.
Otra singularidad es la gatera, que por razones obvias del entorno estaba más que justificada.
Lo aquí expuesto, viene a demostrar que la puerta con sus aparejos, es la más antigua del lugar, una reliquia acorde con el marco en que se encuadra y que a toda costa habría que defender y conservar.
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