Llegado el día señalado, a la hora convenida, y bajo un sol de justicia, los quintos del 47-48 como los mejores tiempos tomaron la calle llenándola de alegres y tradicionales acordes, amenizados por Pepe y su acordeón, no fueron muchos los que formaron la matinal comitiva festiva, el día iba a ser muy largo y a ciertas edades no están los cuerpos para muchos trotes, (téngase en cuenta que quienes organizaban el evento tienen 65-66 años) aun así, sin dar la nota, se hicieron notar, animando el matutino chateo (o tomar las once, que normalmente termina a las tres).
Tras la comida casera y sin tiempo para la no menos tradicional siesta, arranca la segunda parte del programa, (ahora le dicen hoja de ruta) el grupo ya es muy numeroso y la amenización corre a cargo de algo mas llamativo y bullicioso como es una charanga, ni que decir tiene que cumpliendo con la tradición, cantando y bailando recorrieron las calles y plazas de la villa derramando y sembrando sobre ellas el amplio y rico repertorio local, (quien siembra y abona, tarde o temprano recoge frutos) la tradición manda que el quinto más joven, es el encargado de llevar la bota, (en la ocasión a falta de bota fue un cubo con sangría) la labor recayó en Eusebio "el mocho" que vino desde Francia ex proceso a la fiesta.
El desgaste físico obliga a reponer fuerzas con una reparadora y suculenta cena en casa de Ángel, (buen anfitrión para tan excelentes comensales) tras la cena y contradiciendo el dicho de “al baile, al baile, que la barriga vacía no la ve nadie” en el propio recinto prosiguió la velada con baile, para la ocasión se contó con un hombre orquesta que causó el delirio de los asistentes, y a la tenue luz de las estrellas, finalizó la velada cuando estas ya languidecían.
Todo un gran acontecimiento, surgido de un simple pretexto.
Moraleja, cualquier motivo es bueno para organizar una fiesta.
Ajenos a los cerebrales, durante las celebraciones se oyó que eran los quintos ricos, nada más lejos de la realidad, un simple repaso al álbum fotográfico, revela que entre los asistentes había gente de distintas capas sociales.
Álbum FotográficoMoraleja, cualquier motivo es bueno para organizar una fiesta.
Ajenos a los cerebrales, durante las celebraciones se oyó que eran los quintos ricos, nada más lejos de la realidad, un simple repaso al álbum fotográfico, revela que entre los asistentes había gente de distintas capas sociales.
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