domingo, 17 de agosto de 2025

Abigeato o cuatrerismo en el Villa del Campo de los siglos XIX y XX

(Para el desarrollo de esta ilícita actividad, que no estaba exenta en Villa del Campo, solía ser necesario tener compinches en los pueblos, ya que no solían ser los naturales quienes llevaban acabo el hurto o la sustracción. El cómplice señalaba y facilitaba la ubicación, por tanto era tan cuatrero como el que hacia el hurto, aunque en el Campo, no está plenamente demostrado, en parte del siglo XX, esta actividad fue llevada a cabo por un residente no natural, con una buena coartada y aunque era conocida su función, no llegó a ser denunciado).
Durante siglos y siglos los semovientes fueron indispensables en la vida cotidiana rural, entre otras muchas funciones, eran piezas claves para el sustento y la fuerza propulsora de la agricultura, razón por la que en toda época estaban sometidos a infinidad de hurtos, extravíos o sustracciones. Hurtos  y sustracciones debió de haber siempre, aunque como es lógico, los más recientes están más documentados.
Entre los constantes hurtos de épocas no muy lejanas en nuestro pueblo, estaban las caballerías, los hurtos de caballerías eran muy frecuentes y a menudo llenaban las páginas de los Boletines Oficiales de la Provincia, en ellos se daban pelos y señales (nunca mejor dicho, la descripción del animal era vital para su posible reconocimiento y solía ser muy abundante y detallada, cuanto más explicita fuera, más posibilidades había de encontrarla y en este aspecto el mundo rural era muy descriptivo) de las citadas caballerías, por si en algún otro pueblo las reconocían para que dieran parte a la autoridad competente.
Fueron muchas las caballerías que desaparecieron en el Campo, razón por la que tan solo se muestran algunas significativas.
   En la noche del día 11 Junio de 1840 faltaron de las eras del pueblo, cinco jacas y un mulo, propias de D. Francisco Rebollo, Miguel Sánchez, Vicente Simón, José Hernández, Paulino Tobal y Miguel Hernández. (Los citados Francisco Rebollo y José Hernández eran presbíteros que utilizaban este tipo de cabalgadura para desplazarse desde el Campo a las localidades donde impartían su ministerio).
   Las señas de las caballerías solían indicarse así: Jaca capona, pelo rojo claro, entera, como de seis cuartas y media de alzada, cerrada, un poco pialba de las patas y un hoyo en el costillar. etc.
   De igual modo que se publicaban los hurtos se publicaban los hallazgos y extravíos de todo tipo de semoviente, así en Enero1850, la Alcaldía de Villa del Campo anunciaba el hallazgo de un caballo suelto y sin aparejo por las calles del pueblo, se daban las señas pertinentes y se esperaba a que alguien acreditase su pertenencia y una vez pagados los gastos ocasionados, se le entregaba. 
   El 20 de Febrero 1850, el Alcalde Constitucional de la Villa del Campo, Lorenzo Gil de Roda, disponía anunciar en el Boletín de la Provincia la desaparición de caballerías en la dehesa de propios de la villa y en la de Navasceladas, término del Guijo de Coria, por si alguna persona supiera el paradero de ellas, se sirviera dar razón: Señas de las caballerías yegua de seis cuartas y media de alzada, de ocho años de edad, pelo negro, la oreja izquierda despuntada, desherrada, algo abierta de los pechos, y estaba criando: Potro de 4 años de edad, seis cuartas y media cumplidas de alzada, (“alzada” altura desde el suelo a la cruz, punto más alto de la espalda) pelo castaño oscuro, los cascos algo negros, con hierro en el anca izquierda.
Otra yegua de siete cuartas de alzada, de 4 años de edad, pelo negro, estrella en frente, (bebe) en blanco, paticalzada (“paticalzado” se aplica a la caballería que tiene una o más patas de distinto color que el resto del cuerpo) del pie izquierdo, despuntada la oreja izquierda, lleva un potro marrón, de un año de edad, pelo negro, paticalzado por detrás del pie izquierdo.
Y una potra de 4 años de edad, bastante caídas las orejas, calzada (“calzada” generalmente mancha blanca) del pie izquierdo por detrás, con hierro de P mal figurado en el anca derecha.
 
   En la noche del 3 Julio de 1851 falto de las eras de la villa un caballo de pelo castaño claro, edad de 13 á 14 años, alzada siete cuartas escasas, paticalzado de ambas patas, estrella en frente, y rodilleras recientes, propiedad de Jacinto Domínguez, otro caballo, pelo negro, seis cuartas y dos dedos, de 13 a 14 años, pialbo (“pialbo” que tiene la manos o los pies blancos, desde el casto hasta arriba) de dos patas y una mano, una raza (“raza” grieta en el casco) en el casco de la mano izquierda, hollado (“hollado” podría significar aplastado o hundido) en los riñones y una mula pelo castaño oscuro, de 10 á 11 años de edad, seis cuartas y dos dedos, dos holladuras en los riñones, y uno en la paleta propiedad de Francisco Gil Muñino, ambos propietarias de esta villa. El alcalde Lorenzo Gil de Roda. 
En la noche del 28 de julio de 1853, faltaron del ejido de Villa del Campo, una jaca y dos mulos, cuyas son: la jaca de 5 años, pelo negro y mohína, (“mohíno o mojino” de pelo oscuro) seis cuartas y media de alzada, hierro en forma de B. en el anca derecha: uno de los mulos de 5 años, castaño, almendrado (“almendrado” grupa de caderas largas y almendradas) y de seis cuartas y media cuartas de alzada: el otro cerrado de edad, (“cerrado” que no puede determinarse la edad) pelo castaño oscuro, 6 cuartas escasas y 2 ó 3 lunares en la crin. Quien supiere el paradero de dichas caballerías se servirá dar noticia al Alcalde de Villa del Campo.
   En el sitio de Guadilova, término de Cáceres, se extravió la noche del 29 de Octubre de 1853, una jaca castaña oscura, ó pelo de rata, tapona, (“tapona” en celo) de seis cuartas y media y dos dedos escasos de alzada, con un hierro en el anca derecha compuesto por tres letras CMG, algunos lunares blancos en el sillar y otro muy pequeño sobre el medio del casco de un pie, lleva puesto un cabezón de cuadra. Es propia de D. Claudio Martín Gómez Prior de Villa del Campo.
Se ruega á los Sres. Alcaldes y Secretarios de Ayuntamiento y á cualquiera otra persona que sepa de su paradero lo avisen en Cáceres, á don Antonio Centeno; en Baños, á don Juan Zoilo Martín, ó á cualquiera de los Sres. Curas de los demás pueblos. A quien la presente en la casa del dueño en Villa del Campo, se le gratificará. (En este caso se considera extravió, pero pudo ser hurto).
                                     Alcaldía Constitucional de Villa del Campo
En la madrugada del 24 de julio de 1867, han desaparecido del Ejido de Arriba, término de esta villa, cuatro caballerías mayores. Un mulo capón, cerrado, de seis cuartas y media de alzada, pelo negro, un poco parrado, con una holladura en la cruz procedente de la Ganga, algunos pelos blancos detrás de las orejas, herrado de los cuatro pies y una mula también cerrada, de siete cuartas menos tres dedos, pelo castaño claro, pichona, (“pichona” joven, sin madurez) con un lunar blanco en el nacedero de la cola, holladura en la cruz como la anterior, y también herrada de los cuatro pies. Una jaca cerrada, capona, (“capona” castrada) de seis cuartas y media de alzada bastante cumplidas, pelo castaño oscuro, un poco rencalla, (“rencalla” coja) bastante vidriosa de los cascos, particularmente de las manos, gruesa de cabeza y cargada de pechos, con un lunar en un costillar procedente de una holladura, una raya blanca casi imperceptible detrás de la oreja derecha, herrada de los cuatro pies. Y otra jaca de seis á siete años, entera, (“entera” Joven) de seis y media cuartas escasas, pelo castaño oscuro, frontina, con una holladura en el costillar izquierdo, pichona, con unos pelos blancos en la cruz, y en el costillar derecho otros lunares blancos, chata, herrada de tres pies y descalza de la mano derecha. Las dos primeras propiedad de Agustín Corchero y las dos jacas una de Jacinto Manzano y la otra de Elena Lucas.
En el Juzgado de primera instancia de la ciudad de Coria, se abría un sumario para la averiguación del autor ó autores del robo de dos caballerías de Basilio Gutiérrez, vecino de la Villa del Campo, que habían sido extraídas de una cuadra de su pertenencia: Un mulo entero, pelo negro, algo aparrado, (“aparrado” puede referirse a cruzado intencionadamente) corbo (“corbo” puede referirse a corvo con v algo torcido) de las manos, de seis cuartas y media de alzada, y en el lado derecho del pecho una señal de haberle herido la costilla de la ganga de labor y de ocho años de edad y otro de pelo rojo, almendrado, de igual alzada, capón, de siete años de edad.
Dos albardas usadas y remendadas, con ataharres de Peñaranda también viejos: una manta blanca, muy vieja, de la Serradilla: otra manta vieja azul, un costal negro, para pienso; y unos zajones de becerro usados.
Cada mulo tenía un cabezal de los de Peñaranda y uno de ellos por falta de hebilla atado con un cordel. Coria 7 de Octubre de 1867. (Salto en el tiempo, aunque la actividad delictiva no cesaba).
                                           Semovientes en la dehesa del Campo, con Santibáñez el Alto al fondo
El 29 de Julio 1927, el “Nuevo Día”, Diario de la Provincia de Cáceres, en la sección de vida provincial, se hacia eco de los robos de caballerías expresado en los siguientes términos: Ante los audaces robos de esta clase de ganado, que se suceden constantemente, y casi pudiéramos decir impunemente, no podemos continuar en silencio los que tenemos el deber de evitarlo por todos cuantos medios estén a nuestro alcance, de los cuales se destaca en primer lugar el auxilio que necesariamente debe prestar el Estado, para que la Guardia Civil pueda desenvolver sus aptitudes, que son muchas y yo no regateo, puesto que se excede en el cumplimiento del deber un día y otro, una y cien noches…
… Véanse los boletines de las sociedades de seguros, y se convencerán que las regiones menos comunicadas son las más castigadas y perjudicadas en esta clase de robos; la riqueza que suponen estas sustracciones son muy importantes, como puede verse por las habidas en esta demarcación en los veinte primeros días de Julio, con siete mulares y un asnal en Guijo de Coria; una caballar y tres asnales en Santa Cruz de Paniagua, y seis mulares en Villa del Campo, lo cual resulta un verdadero escándalo y una enormidad de miles de pesetas las robadas en todo el año…
29 de Abril de 1933, Don Benedicto Hernández Herrero, Juez de Instrucción del partido de Coria instruía un sumario por la sustracción de caballerías de la propiedad de Isabel Botejara Hernández y Juan Sánchez Gil, vecinos de Villa del Campo, en el que rogaba a las Autoridades de cualquier orden y encargaba a los individuos de la policía judicial procediesen con actividad y celo a averiguar el paradero de los efectos sustraídos que se detallaban. Lo sustraído y reseña que constaban en el auto eran: Una jaca capona, de doce años de edad, 1,40 metros de alzada, lunares blancos en costillares derechos, y cabos blancos en la crin y frontal.
Mulo de once años, capón, con 1,50 metros de alzada, castaño oscuro, cicatrices en riñonera derecha, lunares blancos en costillares y espinazo, cabos blancos en la crin, raya blanca cinchera y belfo superior.
El ocho de Mayo del mismo año, el mismo juez, publicaba un edicto sobre el sumario número 55 que instruía, sobre sustracción de caballerías de la propiedad de Germán Prieto Prieto, vecino de Villa del Campo, y de igual modo rogaba a las Autoridades procedieran con actividad y celo a averiguar el paradero de los efectos sustraídos: Un mulo de diez años, capón, de 1'30 metros de alzada, mohíno, con cabos blancos en la frente y cinchera. Otro mulo capón de nueve años, y 1'38 metros de alzada, castaño claro, señales de carga con pelos blancos y de tiro, cabos blancos en la cinchera; ambas llevan P. Q. en nalga derecha. (En este salto de 80 años, ha variado la forma de medir las caballerías, las cuartas han dejado de mencionarse, para dar paso a los centímetros, en la alzada de dichas caballerías).
En Mayo de 1935, era Don Benedicto Hernández Herrero, Juez de Instrucción del partido de Coria, quien instruía la sustracción de caballerías, de la propiedad de Ángel Felipe Gil y Juan Domínguez Sánchez, vecinos de Villa del Campo. Lo sustraído y reseña que constaba en autos, eran: Un mulo castrado, de ocho años, alzada 1'42 metro, negro, raza española, bocirrojo, (“bocirrojo” de hacico rojo) bebe en negro, y un remiendo blanco en cada lado de las cincheras y la marca de la Compañía La Mundial Agraria.
Un burro de doce años, entero, de 1'10 metro de alzada, castaño claro, raza española y manchado en blanco del cuarto delantero, lleva la marca de La Mundial Agraria en el anca derecha.
El 30 de Agosto del mismo año el juez de Instrucción en funciones del partido de Coria, Don Pedro Gutiérrez López, instruía el caso del hurto de un mulo, propiedad de Simón Felipe Martín, vecino de Villa del Campo, Lo sustraído y reseña que consta en autos, es así: Un mulo capón, de nueve años, de 1’24 de alzada, castaño, rayas de cabo blanco en el costillar izquierdo, y golpe o señal de carga, con cabos blancos en costillar derecho, lleva P. Q. en nalga derecha.
 

lunes, 11 de agosto de 2025

El Rento, juego de naipes

Vicios y Diversiones de los naturales de Villa del Campo entorno a finales del siglo XVIII.


En 1791 la recién creada Audiencia de Extremadura, con sede en Cáceres, mediante interrogatorio de 57 preguntas, solicitaba información precisa a cuantos pueblos la componían, el interrogatorio era doble, por un lado se preguntaba a los Ayuntamientos y por otro a los párrocos.

La tercera de las preguntas del cuestionario, hacia mención al número de habitantes, oficios y gremios, precios de los jornales, diversiones y vicios comunes, de las diferentes localidades, etc.

Cada detalle apuntado por el Ayuntamiento o párroco, merece un detallado estudio, que quizás, algún día alguien, llegue a investigar, mientras eso ocurre, hay un detalle que siempre me llamó mucho la atención y no supe interpretar, hace ya más de 17 años que cayó en mis manos el interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura; desde entonces una palabra que no me era común, relacionada con el principal juego de naipes que se practicaba en Villa del Campo, iba y venia a rondar mi cabeza, no pocas veces traté de hacer averiguaciones, pero nunca me llevaban al origen del juego, ni a sus reglas, uno de los problemas con los que me topaba, es que el juego buscado está escrito en el interrogatorio de manera incorrecta a como generalmente se le conoce y describe, lo cual no significa que no se llamase así, ya que en una determinada zona muy distante, se ha encontrado el juego con el mismo nombre que en Villa del Campo, razón por la que en zonas como la nuestra, vulgarmente, se conociera así.

Como ya se ha indicado, en la tercera pregunta del citado interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, entre otras cosas se preguntaba por las diversiones y vicios de los naturales de la localidad, a lo que el  ilustrísimo Ayuntamiento de Villa del Campo, encabezado por Francisco Gil Muñino, Baltasar Halcón y Mahtias Gordo respondieron: “Las diversiones más comunes en estos naturales es el juego de naipes en los festivos después de haber salido de iglesia, el cual juego vulgarmente se llama rento y en que se atraviesa poco interés, otros cazan y pescan en tiempos permitidos, y la gente moza forman bailes públicos de pandero y tamborino según las circunstancias del tiempo; el vicio que más extensión ha tomado es el de la murmuración;” da fe el escribano de Millones y del Ayuntamiento, Patricio Arias Camisón; por su parte el Prior del Campo, Josef de Sotomayor como párroco, ahonda en los mencionados temas diciendo: “No hay otras diversiones entre los naturales de este pueblo que el juego de naipes en los hombres y en las mujeres el baile de pandero y tamboril con gaita en días clásicos; el vicio que noto publico en los vecinos de este pueblo es el vino y lo peor de todo es el que como no se beba en la taberna no tiene gracia, los primeros concurrentes a ella son los de la justicia, los maravedíes de las multas y penas que estos ponen y exigen es de vino y se beben en concejo públicamente y absolutamente se castigan jamás a los vinosos; este mal y en especial el de quitar tales penas y multas de vino convendría remediarse y lo exige necesariamente”.

Por tanto tenemos a la población masculina, entregada al juego de naipes “Rentoy”, vulgarmente conocido aquí como Rento, (parece claro, que el amigo Prior se excedió un poco al calificarlo como única diversión, ya que al parecer, solo se practicaba Domingos y Festivos al salir de misa) el Rentoy, ahora con y griega, antiguamente con i latina, data de finales del siglo XVI, muy usado en la realeza y citado en obras de autores de Siglo de Oro español, como “La vida y hechos de Estebanillo González” y en las “Novelas ejemplares de Cervantes”, entre otros muchos; en algunos diccionarios de lengua Castellana antiguos, puede leerse la siguiente descripción del juego: “RENTOY. s. m. Juego de naipes que se juega de compañeros entre dos cuatro seis ya veces entre ocho personas. Se dan tres cartas á cada uno y después se descubre la inmediata la cual queda por muestra y según el palo que sale son los triunfos aquella mano. La malilla es el dos de todos palos y esta es la que gana a todas las demás cartas; solo cuando los que juegan ponen por superior al cuatro al cual llaman el borrego, la malilla se queda en segundo lugar, después el rey caballo, sota, as y así van siguiendo el siete y las demás hasta el tres, que es la mas inferior. Se juegan bazas como al hombre y se envida como al truque haciéndose señas los compañeros.” 


El tema es ampliamente tratado por Jean-Pier Étienvre, en “Márgenes literario del Juego” en el que indica que  el juego del Rentoy merece un estudio aparte, que podría hacerse a partir de un corpus lexicografito integrado por unas doscientas fichas y como avance, tras lamentar que algunos autores no lo citen, expone que afortunadamente, el académico que se encargo, en 1737, de redactar el articulo dedicado a esta palabra en el diccionario que hoy conocemos y consideramos como de Autoridades nos deja una buena explicación de las reglas de dicho juego, que viene a ser idéntico a las ya expuestas.

Por consiguiente, tenemos al Rentoy definido como juego de compañeros, ya sean dos, cuatro, seis, o más, con la particularidad de que los compañeros pueden hacerse señas, que como es lógico, pueden variar de un sitio a otro, (algunas señas conocidas, levantar las cejas, guiñar ojo izquierdo o derecho, muecas a derecha o izquierda, morder el labio, tirar un beso, cerrar los, ojos y un largo etc.) el juego está muy arraigado en Sanlúcar de Barrameda, con variaciones en Conil y el Puerto de Santa Maria entre otros, como ya se ha dicho, las reglas de este juego, que data de 1598, fueron reconstruidas y completadas en 1737, cotejándolas con las de un juego modelo de 1704, y por supuesto como otros muchos, cruzo el charco.

El 29 de Julio de 2013 el diariopopular.com.ar. Periódico de gran tirada argentino, publicó un articulo en el que especificaba el desarrollo del juego, que puede tener variaciones de cómo se juega en España, el diario indica que para jugarlo se usa la baraja española de cuarenta cartas y el objetivo es que uno de los equipos gane al llegar a doce puntos.

Prosigue el diario que al comienzo de cada ronda, los jugadores reciben tres cartas, y  a la inmediata se le da la vuelta. Al igual que en España el palo de esta es el triunfo. Por lo demás viene a ser igual que en España, salvo que en los palos que no son triunfos, el dos es la carta más baja en lugar de la más alta y se cita una variante moderna que se juega en Ávila, en la que el arrastre no solo fuerza a los jugadores a jugar triunfos, sino que también los obliga a poner una carta más alta que las previamente jugadas en la baza, si es que la tienen.

Sí el primer jugador que hace una apuesta, eleva el valor de la mano a tres puntos, el equipo contrario puede aceptar, aumentar la apuesta o irse. Si un equipo acepta, tienen derecho a aumentar la apuesta otra vez más tarde y prosigue con formulas demostrativas de puntuaciones y demás lances del juego. 

El Rentoy está muy extendido por toda España e Hispanoamérica, con diversidad de modalidades que serian interesantes si se conocieran algunos de los rasgos de cómo se jugaba en nuestro pueblo.

Cabe esperar, que tras este recordatorio de la antigua tradición del juego, alguien recuerde algo y pueda ser recuperado.